Siempre los demonios

Redacción

Lluís Foix

Los demonios del barcelonismo no hacen vacaciones. Los hubo en tiempos de Núñez, actuaron en la 'era Laporta' y ahora vuelven a hacer acto de presencia con Rosell. Un club tan grande como el Barça convive con sus demonios, con las opiniones de todos, aunque los argumentos sean frágiles y el imprescindible sentido crítico salga malparado. Los demonios han andado siempre sueltos en las sombras del barcelonismo aunque no lleven siempre la misma camiseta, es decir, los hay que en tiempos llevan indumentarias angélicas y los mismos se visten de rojo rabioso en otras épocas. No lo va a cambiar nada ni nadie. El 'nuñismo' y el 'cruyffismo' convivieron de mala manera y sólo cuando las triunfos eran incuestionables se pactaban las treguas de la victoria. Con títulos ganados a capazos con Rijkaard y Guardiola, Laporta se permitía amonestar sobre un comentario fugaz que se hacía en una fugaz conversación de mercado. Soy testigo. Todos los méritos, que los tiene, a Guardiola y todas las críticas sutiles y no tan sutiles a Rosell porque no reaccionó en directo a las insinuaciones de dopaje de la COPE. Hubo un comunicado oficial, salió el portavoz del club, habló el vicepresidente, el propio Guardiola y también Piqué. Finalmente, lo hizo con contundencia Rosell al terminar el partido con el Getafe. Demasiado tarde, dicen los críticos de hoy sin resaltar que Florentino no ha abierto la boca todavía sobre las acusaciones que salían de instancias muy altas del Madrid. Ya sé que no tiene remedio y que hay que convivir con nuestros propios demonios. Lo que cuenta, al menos para mí, es que el Barça gane títulos, al margen de sus técnicos y sus presidentes. Este año se intuye una buena cosecha

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