Cuando ya se ha superado el límite

Cuando ya se ha superado el límite
Miguel Rico Adjunto al director

Los jugadores vienen percibiendo las ruedas de prensa como pequeñas emboscadas. Pep enferma con las preguntas-trampa que incluyen respuesta y en el periodismo, por desgracia, cada día son más visibles –y más seguidos– quienes se aproximan al 'viva la virgen' en vez de acercarse al código deontológico. No de extrañar, por tanto, que ayer Ramon Besa, vicedecano del Col.legi de Periodistes de Catalunya, fuera a la Ciutat Esportiva para recordarnos el primer mandamiento: decir la verdad.

La visita de ayer, después de la semanita que hemos tenido con el dopaje, no fue tan casual como la que hicieron el jueves los 'insensibles' vampiros de la UEFA al vestuario del Barça. Al contrario, tal y como están las cosas lo de Besa fue un caso de necesidad. No señaló a nadie en particular, sino, como nos merecemos, a todos en general. El problema de fondo no es de esta semana. Viene de lejos, y nos afecta a todos. A los que voluntaria o involuntariamente rebasan el límite, a quienes inducen a la indecencia y también a los más escrupulosos con el oficio.

El mensaje del compañero invita a la reflexión obligada para tratar de acabar con el 'todo vale'. Y sí, más pronto que tarde hay que hacer una pausa para repensar un oficio que hoy amamos tanto como a diario tememos por su futuro.

El FC Barcelona, por norma interna de obligado y general cumplimiento, se ha exigido defender al equipo por encima de todas las cosas. Y eso incluye aislarlo de intereses mediáticos.

Pep Guardiola, como es sabido, ya se ha aislado él solito desde su indiscutible peana. No concede entrevistas individualizadas y no contesta a lo que cree que puede generar polémicas inducidas.

Los jugadores, en cambio, casi empiezan a preferir huir de las conferencias de prensa y limitar sus apariciones al cara a cara con el periodista de turno. En fin, que entre una cosa y otra uno tiene el convencimiento de que a partir de esta semana las cosas tienen que cambiar necesariamente. La alimentada crispación con la que se está viviendo el fútbol y, particularmente, la rivalidad Barça-Madrid-Madrid está alcanzando límites insostenibles.

Y si nosotros mismos no somos capaces de rebajarlo seremos muy, muy corresponsables de lo que acabe pasando. Una vez superado el límite, de seguir por este camino dándole tanta bola a los que viven del enfrentamiento el próximo paso que demos nos mandará directamente al fondo del precipicio... a menos que el paso sea hacia atrás.

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