La herencia impagable de Pep Guardiola

Pep ha acentuado los valores del club, ha perfeccionado el estilo y ha revolucionado la cantera

No hay acción que resuma mejor lo que Pep Guardiola ha aportado como entrenador del Barça. La figura, el número uno del mundo, Leo Messi, esprinta hacia atrás 56 metros para recuperar un balón. Un ejemplo de esfuerzo y solidaridad, de equipo que antepone el colectivo al interés personal, y una lección impagable para las futuras promesas. Desde el sábado, los Deulofeu, Dongou y cia. ya saben que para llegar al Camp Nou no es suficiente con marcar goles de chilena, centrar de rabona o tirar caños para llegar al Camp Nou. Hay que correr como Messi.

Con independencia del Triplete de 2009 , el Mundial de clubs y todos los otros títulos y récords de victorias, puntos y goles, habrá un antes y un después de Guardiola en el banquillo. Rinus Michels importó el modelo, Johan Cruyff lo perfeccionó y Pep lo ha revolucionado. Con el 4-3-3 como referencia, pero con otros dibujos como recurso, ha mantenido las bases de la escuela holandesa, la salida de balón desde la propia defensa, el juego combinativo a uno o dos toques, los extremos abiertos y el 'falso' 9: Cruyff con Michels, Laudrup con Cruyff y ahora Messi con Guardiola. Pero lo ha enriquecido con una presión ordenada y asfixiante por todo el campo y un trabajo infatigable a balón parado, en defensa (en zona) y en ataque.

Cada partido del Barça es un espectáculo y todo el mundo elogia su puesta en escena. Pep lo ha logrado con la colaboración de los amigos de infancia de La Masia, Vilanova, Altimira, Roura... y otros que se han ido sumando a lo largo de su carrera, Ricart, Buenaventura, Seirul·lo, Naval, Pruna, Torrent, Planchart... Y con canteranos en el campo: Valdés, Puyol, Piqué, el podium del Balón de Oro , Messi, Xavi e Iniesta, y sus dos descubrimientos, 'Busi' y Pedro.

Fuera del campo, la revolución ha sido mayor, con comidas y cenas en la Ciudad Deportiva y viajes el día de partido. Guardiola se ha ganado la admiración y el cariño del fútbol por su riqueza táctica pero también por su respeto a los rivales; del vestuario, por su apuesta atractiva pero también por sus detalles humanos; y del barcelonismo, por los éxitos pero también por haber acentuado valores como solidaridad, esfuerzo, humildad, trabajo en equipo y pasión por el día a día. Los que aprendió en La Masia, donde llegó el 1 de septiembre de 1984, acompañado de sus padres y su hermano Pere después de que el imborrable Oriol Tort diera el visto bueno a su fichaje. De Santpedor pasó al Gimnàstic Manresa, reclutado por los primeros técnicos que le marcaron, Marsol y Casado, y ya como azulgrana aprendió de Quique Costas, con quien encadenó Juvenil B, A y Barça Atlètic. Cruyff confió ciegamente en él tras la marcha de Milla al Madrid y el 16 de diciembre de 1990 debutó en el Camp Nou. 387 partidos, 11 goles y 16 títulos después, se despidió en una triste noche de Sant Joan de 2001 con el Camp Nou medio vacío. Tras jugar en Italia, Qatar y México, perder las elecciones de 2003 con Bassat frente a Laporta y Rosell, sacarse el título de entrenador (2006) y aprender de muchos técnicos, entre ellos Mazzone, Lillo y Bielsa, en 2008 regresó al Barça.

Txiki Begiristain planteó a la junta su incorporación como coordinador de la base, pero su íntimo Evarist Murtra le hizo saber que Pep prefería ponerse el chándal. Txiki le dio el filial , y tras su ascenso de 3ª a 2ª B y el segundo año en blanco de Rijkaard, el primer equipo. Desde entonces, los mejores años de las vidas de los culés. Pep prolongó ayer su felicidad hasta 2012

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