No descubro nada si les digo que a mí personalmente me hubiera hecho ilusión que el Balón de Oro lo hubiera ganado Xavi Hernández. Creo que hace ya más de una década que considero a Xavi el mejor centrocampista del mundo. Y creo también que durante 2010 ha hecho méritos más que suficientes para llevarse el galardón. Pero no considero injusto que se lo hayan dado a un chaval que lleva camino de convertirse en el futbolista más importante de la historia de ese deporte. Y me atrevo a decir que el mío es un sentimiento compartido por la mayoría de seguidores barcelonistas. Y eso es lo que no pueden, o no quieren, entender los sectores más cavernarios de la capital.
No entienden que aquí estemos igual de contentos aunque finalmente el Balón de Oro haya recaído en Leo Messi. No les entra en la cabeza que nuestro cariño hacia nuestros futbolistas no dependa de que hayan nacido en Terrassa, en Fuentealbilla o en Rosario. Deberían saber que la verdadera patria es el lugar donde te acogen y te aman. Xavi, Leo y Andrés no van a renunciar a sus orígenes pero han crecido y se han hecho hombres en La Masia de un club integrador y universal (¡qué gran detalle de Vicente del Bosque recordando a Oriol Tort en la gala!). Eran nuestros niños y ahora son los ídolos de nuestros hijos. Y en los sectores más cavernícolas de Madrid siguen sin entender que estemos contentos a pesar de que el premio haya sido para un argentino por delante de un manchego y un catalán. Y no entienden que celebremos más los éxitos de nuestro equipo que los de la selección española. Y me temo que nunca entenderán que nuestra bandera es blaugrana y que nuestra patria es el Barça.