Y Leo Messi comiendo pipas

Y Leo Messi comiendo pipas
Xavier Bosch xavierbosch.cat

Nos fuimos a merendar el frankfurt del descanso con la misma sensación que la tarde del Hércules o del Mallorca. Empezábamos a temer que el horario infantil hace felices a socios y peñistas pero a nuestros jugadores les pilla, peligrosamente, con el 'jet-lag' puesto. Mientras, Leo Messi con chándal azul y cara de sueño, comía pipas en la primera fila de la tribuna baja y muchos de nosotros lamentábamos que al mejor jugador del mundo se le hubieran concedido dos días más de fiesta. Y, aunque este equipo tiene ganada la garantía para largo, el ataque de ansiedad que provoca el 0-0 en la grada supuso que más de uno pensara que el invento de prescindir de Messi ante un equipo que el Madrid le acababa de meterle ocho sin sacarla era una temeridad. No tenía sentido meterle manitas a Madrid y Espanyol con sendas exhibiciones de fútbol total y regalar la Liga ante recién ascendidos como el Hércules o el Levante. Y entonces, cuando el temido murmullo del Camp Nou ya estaba en la punta de demasiadas lenguas, llegó la segunda mitad y se desvanecieron las dudas. Ya en la forma de Pedro de presionar al portero tras el pitido inicial nos dimos cuenta de que Guardiola ganaría el partido desde el vestuario. No sólo cambió la intensidad del primer tiempo, sino que logró mayor concentración, mayor velocidad de balón y él mismo, con dos cambios tácticos, desbloqueó el embudo formado por Villa y Bojan en el primer tiempo. Al minuto dos, mientras Alves todavía dudaba de por qué sólo tiene la pierna izquierda para apoyarse, Pedro ganó el partido. Un rato más tarde, metió el segundo tras otro buen pase de un Alves que participó muchísimo arriba pero que, defensivamente, estuvo más ausente que Piqué y Puyol juntos. Y, con el partido ganado, empezó el homenaje a Xavi. Thiago (el último fenómeno de la Masía) entró por Mascherano y Xavi, como en sus orígenes, volvió a jugar de mediocentro defensivo para crear desde atrás. Ayer, en su situación más avanzada desde que Rijkaard acertó laestrategia, el de Terrassa no encontraba los espacios para el pase definitivo y Guardiola también estuvo certero en devolverle una década atrás. Ahí llegaron los mejores minutos del Barça, con Xavi, Iniesta, Thiago y Pedro tocando muy juntos. Y, durante un rato, abonados al Tiki-taka, jugamos tan bien que el golazo de Stuani tuvo que despertarnos para darnos cuenta de que sólo ganábamos de uno y tuvimos que terminar, de nuevo, pidiendo la hora y lamentando que Messi siguiera comiendo pipas. Que los tres puntos se quedasen en casa fue cuestión de justicia futbolística, pero hay que dosificar tanto las frivolidades como a Milito.

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