El Kun y Forlán: Las dos caras de la moneda en 90 minutos

El Kun y la primera parte, la cara y la segunda mitad y la mala fortuna de Forlán, la cruz

No había otra. El Atlético de Madrid tenía que ganar sí o sí para espantar pretéritos fantasmas, pero las condiciones no eran nada propicias. Sólo existía un dato alentador: el gafe que persigue al Deportivo en el Calderón, donde no ganaba desde el siglo pasado. En cambio, el resto de factores estaban teñidos de claro color blanquiazul. Los gallegos llegaban en racha, con números de Champions desde que Lotina cambió el sistema. Por su parte, el Atlético sufría una aguda crisis tras tres inesperadas y dolorosas derrotas que habían hecho bajar al equipo a la zona media de la tabla y a decir prácticamente adiós a la competición que reverdeció laureles en el Manzanares.

Más. Villarreal y Sevilla, dos de los rivales por los puestos nobles, habían caído contra pronóstico. El primero en Getafe y el segundo en casa ante el Almería. Era una jornada propicia, y ya se sabe qué pasa cuando el Atlético lo tiene todo de cara. Tropiezo al canto. El problema era que sería el cuarto consecutivo, y eso sería insostenible.

Quique Sánchez Flores, que presenció el choque desde el vestuario local del Calderón al tener que cumplir su segundo encuentro de sanción tras su bronca con Luis García, dio una nueva vuelta de tuerca al once titular, apostando por Raúl García y Domínguez y sentando a Mario (como en Valencia) y a Godín. Desde las entrañas del estadio pudo comprobar cómo un árbitro señalaba penalti a favor del Atlético en el minuto 4 de juego. Algo sorprendente, por inusual esta temporada. Las cosas debían cambiar...

Pero la suerte seguía siendo esquiva. Forlán falló la pena máxima. O Aranzubia lo detuvo, como prefieran. La cara del uruguayo era todo un poema. No está siendo su año, como comprobaría minutos después. Lejos de venirse abajo, los 35.000 que se acercaron al Calderón animaron con más fuerza. También sorprendente, porque con la que estaba cayendo desde la noche de marras ante el Espanyol, la tibieza o la crítica hubiesen sido las actitudes más normales. Pero no, la grada estaba con el equipo.

La recompensa para los esfuerzos llegó instantes rojiblancos después, cuando el Kun dibujó una de sus obras de arte para abrir el marcador. Golazo protestado por el Deportivo por fuera de juego; el argentino estaba al límite, pero el línea, bien colocado, debió verlo claro. El Atlético se adelantaba, algo desconocido en los últimos encuentros, y la tranquilidad se apoderaba del juego de los rojiblancos, que en ocasiones parecían estar en un rondo de entrenamiento.

Otra vez Sergio Agüero, tras gran pared con Raúl García, abría brecha con los gallegos. La misma brecha que tenía Forlán en su orgullo. Penalti fallado, paradón de Aranzubia a una falta que tocó la madera y después, un cuerpo blanquiazul en el camino de un gol que iba a puerta. Estaba negado, y ni los ánimos de los compañeros le consolaban. El delantero uruguayo representaba la cruz de la noche, pero la cara la tenía a muy pocos metros. Y con el nombre de Sergio Agüero, que se hizo la foto con Benjamín antes de que se iniciara el encuentro. El Kun y la primera parte fueron la cara de la moneda. La mala fortuna de Forlán y una segunda parte para olvidar, en la que el Atlético sesteó, la cruz.

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