El Triplete del Balón de Oro: El triunfo de La Masia

Iniesta representa el éxito del pueblo llano, el crack que no cae mal a nadie

Con Iniesta, Messi y Xavi, por primera vez en la historia del fútbol un club encumbra a tres de sus canteranos como los mejores del mundo

Parecía casi una utopía mejorar la fantástica foto del 2009, pero la Masia lo ha conseguido en 2010. Tanto es así, que aquella clásica construcción catalana de piedra que duerme a la sombra del Camp Nou es ya el símbolo universal del trabajo bien hecho si de fútbol hablamos. Hace un año, Messi fue Balón de Oro y FIFA World Player por primera vez en su carrera y en ambas imágenes le acompañó Xavi Hernández, tercero en el podio tanto en el premio que entregaba France Football como en el que concedió desde 1991 el máximo organismo de este deporte. Precisamente en la edición en que el fútbol unifica el galardón ha llegado para el Barça la fotografía perfecta, la que define sin lugar a dudas la filosofía que le ha llevado a los mayores éxitos de sus 111 años de trayectoria. Andrés Iniesta se ha unido a sus compañeros de vestuario, con lo que los tres canteranos del Barça desplazan del ilustre podio al madridista Cristiano Ronaldo, segundo hace 12 meses.

Como dijo ayer el técnico azulgrana Pep Guardiola en la rueda de prensa previa al Barça-Rubin Kazan, “ninguno de los tres empezó siendo Balón de Oro”. En estas páginas revelamos los inicios de Xavi Hernández, Andrés Iniesta y Leo Messi, el largo camino que arrancó con la ilusión de cualquier chaval por el balón, las dificultades que atravesaron, el tutelaje continuo que ejerció el club en su evolución integral como deportistas y como personas hasta llevarles, con su talento y esfuerzo individual, hasta donde están.

La fecha de ayer, 6 de diciembre de 2010, quedará para siempre entre las más citadas de la historia del FC Barcelona. Pero lo mejor llegará el 10 de enero de 2011, en la Ópera de Zurich, cuando una imagen dé le vuelta al mundo. En ella estarán Xavi, Iniesta y Messi. O Messi, Xavi e Iniesta. O Iniesta, Messi y Xavi. Da igual. Esa foto ya formará parte de la historia del fútbol en sí mismo, porque en el fondo simbolizará una vuelta a los orígenes de este deporte que lleva demasiados años metido en una espiral de consumo compulsivo

INIESTA: DESDE FUENTEALBILLA A JOHANNESBURGO

¿Cómo se las ha ingeniado Andrés Iniesta para ser probablemente el único crack mundial que, por encima de colores y rivalidades, no cae mal absolutamente a nadie? Respuestas pueden haber muchas, pero la más plausible es la que habla de un jugador con un origen, una imagen y un fútbol que encajan en un puzzle perfecto. Nacido en la localidad albaceteña de Fuentealbilla el 11 de mayo de 1984, el centrocampista que hace muchos años Pep Guardiola auguró que le retiraría a él y a Xavi, siempre ha sido fiel a su perfil humilde desde que, con 12 años, ingresó en La Masia. El desarraigo de aquel niño y los lloros que le ocasionó vivir lejos de su familia fueron sentimientos que domó por su amor al balón. “Piénsatelo y ven cuando quieras”. El mensaje de Oriol Tort aún lo recuerda Iniesta, 14 años después. Gracias a aquella decisión, cualquier culé sabe hoy donde está Fuentealbilla. Con Albert Benaiges atento, el Barça descubrió a Iniesta en el torneo alevín de Canal + en 1996 donde, con el Albacete, fue elegido mejor jugador. Iniesta, que quería ser Laudrup, progresó hasta que Van Gaal le dio la alternativa (2002). Tras demasiado años ultradosificado, Pep lo tuvo claro: tiró de magia y goles, no muchos, pero escogidísimos, como el que le metió al Chelsea o el que le dio a España el Mundial en Johannesburgo. La dedicatoria a su amigo fallecido Jarque ayuda a entender por qué Don Andrés se va ovacionado de cada estadio

MESSI: DE LA SERVILLETA AL BABERO

Era lo más parecido a Maradona, pero con 13 años. A Carles Rexach apenas le hicieron falta unas carreras de Lionel Messi (Rosario, 24 de junio de 1987) para saber que allí había “algo especial”. Por eso, Charly no dudó en improvisar un borrador de contrato en una servilleta que le prestó el camarero del Pompeya, donde estaba reunido con el padre del 'pibe' y con Josep Maria Minguella, quien hizo de cicerone de la familia y de puente entre Argentina y el Barça. Aquel fue un día de duda para los Messi. Por suerte, Charly les convenció en una decisión trascendental para la historia del club. Hoy, la servilleta la conserva Minguella. Y el babero, los millones de culés que ven cada semana las maravillas del aspirante a rey de reyes, el primer jugador formado por el Barça que ha llegado a ser número 1 mundial. El club se hizo cargo de su costoso tratamiento para crecer, pero Messi le ha devuelto con goles y títulos esa fe primeriza desde que dejó Newell's y probó su aventura catalana porque en su Argentina del alma nadie se atrevió a respaldarle con lo que necesitaba aquel treceañero de 140 centímetros. No le fue fácil, pero su pasión por el fútbol pudo más. Vivió con su familia en un piso de Carlos III y cada día acudía a La Masia. “Pensamos en irnos todos, pero fue Leo quien decidió quedarse”, cuenta siempre que puede su padre Jorge. Fue una decisión divina para el autor de 56 goles en 2010

XAVI: LA SUBLIMACIÓN DEL TOQUE

Xavi Hernández siempre fue un gran jugador. Pero el reconocimiento unánime del mundo del fútbol ha sido más bien tardío. Nacido en Terrassa el 25 de enero de 1980, estuvo un montón de temporadas en el primer equipo del Barça desde que debutó en 1998 de la mano de Van Gaal sin que su juego de toque fácil tuviera el fulgor que hoy tiene, pese a ser campeón mundial Sub-20 en 1999. Seguramente a la sombra de otros cracks, la Eurocopa de 2008, en la que salió campeón con España y fue elegido mejor jugador del torneo, significó un antes y un después en su carrera. Tras una retahila de años muy bien valorado por la afición más cercana como un excepcional medio de apoyo, aquel rutilante éxito le sirvió para romper aguas en el elenco internacional de las estrellas y sentirse más protagonista, más determinante. Desde entonces, Xavi es el símbolo indiscutible del admirado rondo del Barça, rebautizado como 'tiki-taka' cuando Xavi se pone la 'roja'. Ocho títulos más con el Barça, entre ellos una Copa de Europa y el Mundial de Clubs, y la consecución del primer Mundial de selecciones para España, han universalizado su juego de toque y le han encumbrado como el mejor centrocampista del mundo. Desde que fichó por el Barça a los 11 años y al ser su familia de Terrassa, Xavi no necesitó vivir en La Masia. Más bien él es La Masia, el espíritu de ese juego de triángulos infinitos que su toque ha sublimado

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