Martín Berasategi respira sentimiento txuri urdin por los cuatro costados. Es uno de los mejores embajadores de la Real y, siempre que puede, da muestras del cariño que siente hacia unos colores. Hoy, antes de que el colegiado Ramírez Domínguez decrete el inicio del partido, hará de cicerone a las directivas de Real y Athletic, que se juntarán en su restaurante para llevar a cabo la tradicional comida de directivas. Ahí, será imparcial, pero después, cuando el balón eche a andar, su deseo será que los tres puntos no salgan de Anoeta.
A pocas horas del pitido inicial, el afamado cocinero no está nervioso, pero sí con ganas de volver a vivir un derbi. Va a ser un partido para disfrutar, donde las aficiones se lo van a pasar en grande. Lo de después sólo es fútbol. Eso sí, cada uno tratará de animar a los suyos con toda la intensidad del mundo, reconoce un Berasategi que ha echado mucho de menos estos partidos. La Real es un equipo de Primera. Hemos tenido un pequeño lapsus, pero estamos encantados de haber regresado al sitio que se merece y del que nunca debió salir, sostiene.
A la hora de hablar de su Real, no paran de llover los elogios. La cara se le ilumina. Incluso se le rasga la voz. La Real lo significa todo, afirma. La Real es mi sangre, mis raíces, mis colores... Para mí la Real es paz, limpieza, autenticidad, nobleza, generosidad, recalca. Pese al sufrimiento de estos años en Segunda, si tengo que echar mano de una balanza, son superiores los momentos felices que me ha hecho pasar la Real que los momentos de tristeza. Nos ha dado muchas alegrías y, para mí, es un privilegio que he podido disfrutar, deja claro Berasategi.
Sabe que cuando el derbi arranque, aparecerán los nervios porque soy muy de disfrutar segundo a segundo. Un derbi es distinto a cualquier partido de Liga y ante el Athletic es algo histórico. Y más el de hoy porque hacía tres años que no podíamos disfrutar de él.
A lahora de echar la vista atrás, el donostiarra recuerda con nostalgia un derbi de San Mamés en el primer partido en ese campo de Roberto López Ufarte, uno de los grandes del mundo del fútbol. Yo tenía 15 años. No paraba de llover y el partido se paró hasta en cinco ocasiones. Fue increíble. Tampoco se olvida del derbi de la Ikurriña. Fue algo histórico que lo tengo grabado, asegura.
Como guipuzcoano y amante de la Real, recita de memoria el 'once' que ganó la primera Liga en El Molinón. Ha visto futbolistas de toda clase y no puede quedarse con un solo nombre. Está Arconada, el mejor portero del mundo. Para mí, López Ufarte ha sido el mayor artista que hemos tenido en Atotxa. No me puedo olvidar de futbolistas como Kortabarria, un defensa de leyenda, de Zamora ..., señala. De ahora, destaca la sensación de equipo. Y la llegada de Joseba Llorente ha sido algo vital: Joseba es un pata negra. Cuando tenía 18 años era un pata negra increíble, pero ahora, sigue teniendo la misma casta, alegría y chispa que tenía en su juventud. Imprime carácter a la gente joven. Muy pocos tienen esa raza.
No le tiembla el pulso a la hora de decir un resultado: Ganaremos 3-2 y marcarán Llorente, Prieto y Griezmann. Amén.