Perros NO: El impacto de la foto de Joel Monaghan

"No quiero que se me recuerde por esta estupidez", dice el jugador de rugby, de muy mal beber

La leyenda del rugby dice que para ser un buen jugador hay que ser un tipo muy fuerte y además tener una notoria capacidad para ingerir cerveza. Las actuaciones en el campo hay que refrendarlas luego en el famoso 'tercer tiempo', donde jugadores que han sido rivales horas antes comparten unas pintas, unas risas y confraternizan para limar las asperezas que pudieran derivarse de un deporte de extremo contacto físico en el que las heridas y contusiones son el pan suyo de cada día.

Los australianos, cuya fama de 'bon vivants' les precede (sol, deporte, mujeres y alcohol son cuatro puntos cardinales que muchos 'aussies' firmarían como propios), han llevado la liturgia del rugby hasta extremos insospechados. Los jugadores de la National Rugby League (NRL) han establecido el llamado 'Mad Monday' o lunes loco: al día siguiente del último partido de la temporada, la plantilla al completo de cada uno de los 16 equipos de la Premier se reúne para celebrar el fin de la campaña y contar batallitas mientras se maceran el hígado en cerveza o en otros espirituosos de mayor graduación. Son tipos grandes, fuertes y beben mucho. Muchísimo.

A principios de este mes, los jugadores de los Canberra Tigers se reunieron para el 'Mad Monday'. La temporada había sido complicada, 13 victorias por 11 derrotas y un séptimo lugar en la tabla que les supo a poco. Para lamerse las heridas, nada mejor que una bodega surtida. Todos bebieron mucho, y uno de los que sobresalió en este capítulo fue Joel Monaghan, un tres cuartos pelirrojo de 1,90 m. y 100 kgs. y 28 años de edad. Un tipo simpático, de los que hacen piña en el vestuario, y que es un león en el campo. Tras tres horas de 'Mad Monday' nadie estaba ya demasiado entero.

Uno de los jugadores trajo a su perro a la fiesta, y Monaghan y su taja decidieron que sería divertido hacerse una foto, con los pantalones y los calzoncillos en las rodillas, simulando una felación canina. La algarabía de sus colegas ante su ocurrencia no hizo más que convencerle. Por razones obvias no publicaremos la foto en esta página, pero si se escarba lo suficiente es relativamente sencillo encontrarla en Internet. El caso es que la simulación, de tan bien hecha, parece real. Alguno de sus compañeros pensó que inmortalizar el momento con su móvil multifunción era una buena idea. No lo fue.

Quien hizo la foto la envió a un amigo, y éste a otro más... la cadena continuó hasta que la recibió un miembro de una emisora de radio de Melbourne, y éste decidió colgarla en Twitter. En pocas horas se convirtió en uno de los 10 'tweets' más vistos del planeta. Y a Joel Monaghan se le cayó el mundo encima.

Como era de esperar, le llovieron palos por todos lados. Blogueros de todo el mundo, especialmente de Gran Bretaña y Suráfrica, amplificaron el eco el escándalo hasta llegar a todo el planeta. A su equipo, Canberra Raiders, en plena campaña de captación de socios, le sentó fatal la escena y ahora la carrera de Monaghan como jugador de la NRL, donde debutó en 2001 (ha militado además en Sydney Roosters) ha llegado a su fin, viéndose obligado a buscarse la vida fuera de casa. Qué lejos queda ahora la Copa del Mundo de Australia'2008, en la que Joel participó como 'wallaby'

"No quiero que se me recuerde por esta estupidez"

Obviamente, Joel Monaghan se ha hartado de pedir disculpas que han caído en saco roto porque su equipo, Canberra Raiders, ha decidido echarle como sanción ejemplarizante que la propia NRL ha aplaudido.

“No quiero perder mi vida, no quiero arrastrar esta estupidez durante el resto de mis días”, decía en un comunicado. “Quiero reiterar mis disculpas a mi club, a la afición, a mi deporte y a toda la comunidad. No quiero que se me recuerde por esto. Entiendo que he causado un gran problema, pero no quiero que mi carrera termine así”. A Monaghan le restaban dos años de contrato con su club y ahora busca equipo en Europa.

El jugador insistió en que no sucedió nada con el perro: “No quiero entrar en detalles, pero todo era un montaje, no había nada real”. Monaghan describió el momento de comunicar el problema a su familia como “lo más duro que he hecho en mi vida”

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