Atraco en Castellón

Tres penaltis no señalados y un gol mal anulado

Expulsión de Quique; Cani y Rossi goleadores del Villarreal

El Atlético comenzó bien, muy, bien el partido de ayer en El Madrigal. Y lo acabó mal, muy mal. Con la grada del estadio castellonense tributando olés a su equipo. Pero entre medias, la actuación de un colegiado que pita en la Liga porque lo de los ascensos y descensos es para mirárselo, porque el nivel de muchos trencillas, entre ellos Ramírez Domínguez, es muy bajo. 2-0 para el cuadro de El Madrigal que deja al Atlético fuera de Europa, pero que no debe minar la morar de la tropa colchonera, porque ayer no mereció ni mucho menos la derrota, en un partido que quedó sesgado muy pronto.

El que no llora no mama. Garrido lloró y mamó. Lloró tras el empate a dos contra el Hércules, señalando a la actuación arbitral como el causante del empate a dos en la pasada jornada de Liga. Y mamó, para empezar, con tres acciones que pusieron en franquicia al equipo de Castellón: primero, un empujón a Simão nada más empezar que no lo vio el de negro; segundo, un gol mal anulado de Sergio Agüero; y tercero, ya con el 1-0, un penalti sobre el Kun que Ramírez Domínguez, juez y parte, obvió y no señaló por aquello de que finalizaba ya la primera parte. Pero para disgusto de Domínguez, en el campo hay muchas cámaras y le dejaron con el trasero al aire: silbó justó después del derribo del argentino, ninguneando el penal.

Las primeras jugadas marcaron el desarrolló del partido. Tras mirar a otro lado en el empujón sobre Simão, en el minuto tres, un gran pase de Diego Costa dejaba solo a Agüero que batió con maestría a Diego López, pero el trencilla lo anuló por fuera de juego. Una de esas jugadas milimétricas que, en principio y por normativa, deben favorecer al que ataca. Esas jugadas, por desgracia, en las que sólo se aplica la norma con los más grandes. Y si no, basta echar un vitazo a la goleada del Real Madrid contra el Racing. Tras el error, el Atleti siguió atacando y llegando con peligro a la puerta del Submarino Amarillo. Pero el tiempo fue pasando y el empuje colchonero se fue diluyendo. Y cuando el descanso se asomaba llegó la jugada que terminó de desquiciar a los rojiblancos: penalti meridiano sobre Agüero que se lo pasó por el forro el de negro. Negro se puso Quique, que acabó expulsado tras protestar, educadamente, tamaña injusticia.

Comenzó el segundo acto, y más de lo mismo. El Atlético buscaba las cosquillas del Villarreal, pero la cosa no era sencilla. Unos minutos, y erróneo fuera de juego señalado sobre Diego Costa, jugada que había finalizado en saque de esquina que ninguneó el ínclito. Después, gran acción de Rossi (al César lo que es del César) que finalizó en las mallas de De Gea. 2-0 que no respondía -para nada- a lo visto sobre el césped.

Los de Quique, en la grada el míster colchonero, no bajaron el pistón y siguieron en su empeño de regresar de Castellón con algún botín. Y no levantaron el pie del acelerador incluso cuando otra penalti sobre Sergio Agüero fue borrado del partido por el de la toga. Un lunar más en una actuación lamentable que distorsionó el partido, que perjudicó al Atleti

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