En estos reportajes entrevistan en un contexto más personal a profesionales del ámbito futbolístico. La periodista Belén Zurita se desplazó hasta La Fabriquilla, en Almería, para hablar con Juanma Lillo mientras daban un paseo. La entrevista fue tópica y facilona, sin intención de hurgar en ningún aspecto más allá de lo que simplemente quiera decir el invitado. Las respuestas del entrenador del Almería no tenían desperdicio. En La Fabriquilla hay un restaurante donde sirven unas paellas, al parecer extraordinarias, que sirven Consuelo y Antonio con mucha dedicación. La periodista comentó lo del arroz con Lillo y éste soltó una reflexión digna de un libro de autoayuda: "El ser humano no es más que un ente depositado en el tiempo. No somos más que tiempo, y si tú dices que vas, y luego no vas, me estás robando lo que más me pertenece que es mi tiempo. Hay que valorar las paellas de Consuelo y Antonio, porque cuando las hacen demuestran como se quieren a si mismos. Es la sabiduría plena". ¡Y hablaba de una paella!
A cualquier pregunta Lillo le daba una aura de trascendencia que provocaba la risa del espectador, aunque la periodista parecía transportada a otra dimensión, imbuída por la supuesta profundidad de sus frases. Al preguntarle por esa apacible aldea donde vive, Lillo contestaba: "Aquí no hay ninguna tentación consumista. Las cosas que tienen valor no tienen precio, y las cosas que tienen precio no tienen valor". Hasta coló una advertencia sobre las relaciones conyugales sin que viniera a cuento: "Cuando uno deja de admirar a su pareja, a partir de ese momento ha terminado la relación". Si lo dice Lillo, va a misa. A cada pregunta simple, Juanma era críptico. La periodista le preguntó: "¿Qué hubieses sido de no haberte dedicado al fútbol?". Y responde: "Me estás pidiendo que te diga lo que hubiese sido si no hubiese sido lo que no he querido ser ". Tremendo. El Bruce Lee del fútbol, vamos