Europa gana la Ryder Cup en el último suspiro

McDowell logró el punto decisivo en el partido final para que Europa recuperase la Ryder Cup (14,5-13,5)

Jiménez contribuyó a la victoria con un triunfo muy valioso y por vez primera pudo disfrutarlo en casa

Corazón y pasión. Drama y júbilo. Agonía y éxtasis. Lo que se vivió ayer en el Celtic Manor Resort es la Ryder Cup, ni más ni menos. En su mejor versión, pura y dura. Vibrante, única y especial. El duelo entre Europa y EE.UU. fue fiel reflejo del sentimiento y la emoción que desprende una competición muy atractiva, y que Europa reconquistó tras la derrota de 2008. El equipo de Colin Montgomerie consiguió una agónica victoria por un solo punto y en el último partido de los 12 individuales programados. Todo por obra y gracia del norirlandés Graeme McDowell.

Con 13,5-13,5 en el marcador –Europa llegó a mandar por 13 a 9– sólo quedaba en el campo el duelo entre el campeón del Open USA'2010 y el americano Hunter Mahan, uno de los héroes de 2008, en Valhalla. Un gran birdie de McDowell desde 4 metros en el hoyo 16 puso a buen recaudo el triunfo para el equipo de 'Monty'. Y en el 17, casi colapsado por el gentío que veía cercana la victoria europea, quedó refrendado el éxito del viejo continente por novena vez desde 1979.

A este meritorio triunfo europeo contribuyó de forma muy valiosa el punto conseguido por un espléndido Miguel Ángel Jiménez, que ganó su partido ante el pegador zurdo Bubba Watson por 4 y 3. Qué bien jugó ayer el malagueño al golf. Pegó golpes a green formidables, remató muchos de ellos con putts directos al hoyo e incluso en un hoyo hasta embocó desde fuera de green.

Con su sobrino Fernando siguiéndole –es el que se casó cuando el de Churriana se estaba jugando un puesto en el equipo en Gleneagles y por tanto no pudo asistir a su boda después de un par de aplazamientos–, el 'Pisha' saboreó ayer su primera victoria en suelo europeo. Era su cuarta participación en una Ryder, con 46 años a cuestas y siendo sin duda el 'alma' de este equipo, el líder espiritual, todo un referente por su manera de ver y entender el golf y la vida, por su forma de afrontar un partido de las características de un mano a mano comoel de ayer. Chapeau para el malagueño, uno de los jugadores más vitoreados por el público.

“Que viva España”

Un día más fue un espectáculo, sobre todo en el tee del 1, la gente. En ese hoyo inicial recibieron a Jiménez como un torero en su mejor faena y después de haber coreado en una tribuna repleta “Seve Ballesteros sólo hay uno, Seve Ballesteros sólo hay uno”. De piel de gallina. Antes de pegar el drive, Jiménez escuchó muerto de risa un “la, la, la, ¡Que viva España!”. En esa tribuna ayer, y en el resto repartidas por todo el campo, no faltó de nada para que los europeos contaran con el incondicional aliento del público, muy respetuoso –a diferencia del americano– con el rival.

Los ingleses Luke Donald e Ian Poulter, McDowell y Jiménez consiguieron cuatro importantísimos puntos mientras el norirlandés Rory McIlroy y el italiano Edoardo Molinari sumaron sendos medios, suficientes para alcanzar los 5 necesarios que requería Europa para ganar la Ryder Cup.

Costó dios y ayuda. EE.UU. hizo sudar tinta a Europa, y eso que al comienzo las cosas pintaron muy bien para los de Montgomerie, pero los americanos, heridos en su orgullo tras el repaso del día anterior, sacaron como siempre en la última jornada de una Ryder toda su artillería y desde luego cayeron con las botas puestas. Arrolló Tiger Woods –seis birdies y un eagle embocando desde mitad de la calle en el hoyo 12, en 10 hoyos–, ganó por fin Phil Mickelson y el primer punto, siempre psicológico, lo sumó Steve Stricker ante el nº1 europeo, el inglés Lee Westwood. Metió un putt increíble Rickie Fowler en el 18 para mantener con opciones a EE.UU. en el penúltimo partido en juego, pero ayer estaba escrito que ganaba Europa

"Puede que sea mi última Ryder; es un privilegio"

Hacía tiempo que no se veía a Miguel Ángel Jiménez celebrar como celebró ayer la conquista de la Ryder. Por primera vez pudo celebrar un triunfo en Europa y por primera vez estrenó su casilla de victorias en los individuales. Y lo hizo con un golpe increíble desde el bunker en el hoyo 15, jugando la bola con un pie fuera del bunker y otro dentro, para sentenciar a Watson. “Tengo 46 años y probablemente esta sea mi última Ryder Cup. Es un privilegio estar aquí y esto es increíble”. En su 4ª Ryder Cup, el malagueño añadió que era un momento “muy especial”. “Esta vez el resultado siempre me fue de cara, aproveché muy bien las oportunidades y pude ayudar al equipo a ganar la Ryder Cup sumando un punto importante. Todo perfecto”

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...