Batacazo en el Pizjuán

El Atleti volvió a regalar el primer acto y el Sevilla no perdonó; mejor en la reanudación, demasiado tarde

Diego Costa saltó en la segunda parte, se volvió al 4-2-2 y fue el mejor rojiblanco sobre el césped

Regalar la primera parte de un partido en la Liga es un error. Hacerlo ante uno de los equipos más competitivos y encima en su estadio, es un suicidio. Y eso es lo que hizo ayer el Atlético de Madrid, conjunto que se marchó al descanso con el 2-0 en el Sánchez Pizjuán del Sevilla, tras una primera parte en la que el cuadro de Goyo Manzano tiró de fútbol y, sobre todo, actitud. El equipo de Quique, sin la chispa obligada por la ausencia de Agüero y Reyes, amén de la baja del 'candado' Godín, afrontó la primera parte con una reprochable actitud, alimentada también por la fortuna que se alío de parte de los jugadores sevillistas, y la casera actitud de un colegiado, el debutante Estrada Fernández, que aplicaba con rasero diferente lo que pasaba en uno y otro equipo, martilleante actitud tan difícil de demostrar, como tan palpable en el desarrollo del partido. Fueras de juego en un área, la atlética (gol de Negredo), en la que se concedía aquello de favorecer al atacante en caso de duda; y fueras de juego en el área sevillista (Forlán se quedaba solo en el minuto 70) que favorecieron al equipo que defendía. Amén de dos jugadas muy polémicas con Diego Costa como protagonista: en el minuto 65 remató en el área pequeña de cabeza cuando su camiseta era agarrada por un defensor; y minutos antes había sido arrollado por Martín Cáceres.

Volvamos al pitido inicial. Quique, inmerso en una absurda batalla dialéctica con Goyo Manzano, alineó a Forlán solo en punta, flanqueado por dos líneas de tres a su espalda. Un esquema para contener y también facilitar la circulación de tres cuartos hacia la meta de Palop. Pero ni una cosa ni otra, o casi. No se contuvo bien y no se atacó bien. El Sevilla se adelantó gracias a un golazo de Negredo, el mejor jugador sobre el césped arrancó en posición más que dudosa, y después un rebote de Perotti, que remató desde fuera del área y el balón tocó en la espalda de Assunçao para despistar a De Gea, hizo subir el segundo. Eso sí, justo antes del segundo tanto sevillista el portero colchonero había salvado un uno contra uno con Capel.

El Atleti, por su lado, había llegado tres veces al balcón de Palop: pase de Ujfalusi sin destinatario (con Forlán desaparecido en combate); llegada de Fran Mérida y posterior disparo del 'Cacha' a la grada; y lanzamiento de Tiago desde fuera que atajó con seguridad el meta sevillista. Demasiado castigo para los rojiblancos si atendemos a las ocasiones generadas.

Tras el asueto, Quique cambió esquema: metió a Diego Costa por Mario Suárez (pasó de puntillas por el partido) y cambió el cromo en el lateral zurdo: Filipe por Antonio. Por cierto, el capitán recibió la amarilla más inmerecida de la historia del fútbol: despejó un balón y en la inercia de la jugada derribó al jugador sevillista, cuando el esférico había tomado ya una trayectoria opuesta. En fin...

El Atleti salió más enchufado pero otro desajuste atrás facilitó el 3-0 de Kanoute. Y ahí fue cuando el equipo de Quique levantó por fin la cara y le echó bemoles al asunto. La posterior entrada de Filipe, el buen tino de Mérida y el espectacular trabajo de Diego Costa facilitó el gol atlético y pusieron en apuros al Sevilla, al que el colegiado le dio el oxígeno que le faltaba censurando las intentonas colchoneras con erróneas decisiones

El dato

Gregorio Manzano tiene le honor de haber ganado a todos los equipos, 34, a los que se ha enfrentado en Primera. Ayer, el jiennense firmó el sexto encuentro que le ha ganado al cuadro colchonero, al que entrenó en campaña 2003-04

El colegiado juzgó con doble rasero, pero el 3-1 minimiza los errores

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