Se fue llorando

Leo se calmó cuando le aseguraron que no había rotura

Leo Messi entró al vestuario del Vicente Calderón llorando, tendido en la camilla en la que fue retirado del césped, dolorido por el impacto de Ujfalusi sobre su tobillo derecho y también asustado por el estado en el que había quedado desde el primer momento: muy hinchado.

Sus compañeros se acercaron a él para tranquilizarle, le dieron ánimos, pero el argentino sólo se calmó cuando el doctor Ricard Pruna le comentó que la primera exploración indicaba que no existía una rotura, aunque sí una distensión cuyo alcance habría que descubrir con una resonancia.

Entre todos le hicieron ver que no se alarmara demasiado por la 'pelota' que tenía en su tobillo porque eso es lo normal en estos casos, no significa necesariamente que la lesión sea más grave.

Ujfalusi también se acercó al vestuario azulgrana para interesarse por el estado de Messi. Triste por lo sucedido, defendió ante los jugadores del Barça que su entrada no fue con mala intención.

El '10' azulgrana, más tranquilo, abandonó el Vicente Calderón ayudándose de muletas en el breve recorrido hasta el autocar que llevó a la expedición al aeropuerto de Barajas. Lo hizo apoyando los dos pies en el suelo, calzado con zapatillas deportivas, la mejor señal de que la situación más grave estaba descartada. Pinto, casi como un hermano mayor de Leo, le acompañó, atento por si su amigo requería su ayuda, como así fue para subir la escalerilla del bus

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