La historia de Adriano Correia (Curitiba, 26-10-84) tiene muchas similitudes con la del también barcelonista y ex sevillista Daniel Alves. Ambos coincidieron además en la selección brasileña sub-20 que ganó el Mundial de la categoría en 2003 y ahí fue donde les echó el ojo el Sevilla. Los dos llegaron en el mercado de invierno y muy jovencitos a España -aunque como al Barça, primero Alves y luego él- y curiosamente, Adriano debutó en la Liga contra el Barcelona en el Sánchez Pizjuán apenas dos días después de aterrizar en Sevilla. Joaquín Caparrós, su técnico entonces, no podía esperar más.
Adriano es un futbolista fuerte, físicamente potente, que ha destacado estos años en el Sevilla por su excepcional polivalencia. Aunque llegó como volante zurdo, la posición que ocupaba en el campo, ocupando todo el carril, le obligó a adaptarse al fútbol europeo. Le pasó igual a Alves, pero en la otra banda. Su tendencia fue yendo hacia la posición de extremo izquierdo, que es donde mejor explota sus condiciones, aunque por necesidades del Sevilla ha jugado rindiendo siempre a excelente nivel en otras demarcaciones, como lateral izquierdo y también en la derecha como lateral y como extremo.
Ello se debe al manejo que tiene de ambas piernas. No es zurdo, su pierna buena es la derecha, pero él lo ha contado muchas veces: de pequeño tuvo una lesión grave en la derecha y su padre, importante en su carrera como futbolista, le obligaba a darle al balón contra la pared con la izquierda. Uno de los secretos de su éxito está en que tener salida por ambos lados, aunque es en la izquierda donde tiene más llegada al área. Sin embargo, al no ser un extremo puro, tiene esa tendencia a recortar hacia dentro y utilizar su pierna buena, la derecha, para disparar a puerta, lo que le ha permitido marcar bastantes goles.
Su rendimiento en el Sevilla le permitió debutar con la selección absoluta de su país y en la pasada campaña se marcó el objetivo de acudir al Mundial de Sudáfrica. Para ello, dijo públicamente que quería jugar de lateral izquierdo, donde el Sevilla sólo tenía a Fernando Navarro, para cumplir ese sueño, ya que era el único puesto que Dunga no tenía claro y donde veía algún resquicio para entrar en un equipo lleno de cracks. En el Sevilla, además, la irrupción de dos futbolistas como Diego Capel y Perotti le fue quitando protagonismo en el extremo.
Su tendencia a las lesiones musculares fue otra lucha con la que tuvo que pelear en el Sevilla, aunque, pese a ello, todas las temporadas las acabó con más de 30 partidos en sus piernas. Su morfología muscular, muy explosiva, y las exigentes campañas que tuvo que afrontar con el Sevilla, siempre llegando lejos en tres competiciones y con una plantilla no muy amplia en la que además hacía de comodín, hacían que siempre tuviera que vigilar este aspecto. No obstante, con la ayuda de los especialistas logró grandes avances. Se le cambio la dieta, se trató de corregir incluso su forma de correr y con un plan especial de estiramientos y fisioterapia ha logrado convivir con ello y que no le afectase en su rendimiento.
Del Algabeño al Barça
En cuanto a su personalidad, es un chico muy parecido a su gran amigo Daniel Alves. Los cuatro brasileños del Sevilla se hicieron inseparables: Renato, Luis Fabiano, Alves y Adriano, pero estos dos eran los que llevaban siempre la voz cantante con las bromas y el buen ambiente en entrenamientos y concentraciones. Otra virtud que se le pegó de su amigo fue el carácter competitivo y ganador. Desde la marcha de Alves, Adriano demanda todos los veranos que le dejen salir a un club mayor. Pese a que los rumores siempre hablaban de Milan o, Inter, en el Sevilla decían no tener constancia de ofertas. De hecho, el pasado mes de junio, Del Nido llegó a decir en la televisión oficial del club que por Adriano no ha preguntado ni el Algabeño, refiriéndose a un modestísimo club de la localidad sevillana de La Algaba. Ahora se le ha adelantado el Barça