'Dani Jarque siempre con nosotros'

Andrés quería dedicarle un gol a su amigo fallecido. Como ante el Chelsea, hizo el milagro del partido al final

Martina aún no ha cumplido un año. Se parece a papá. Martina algún día entenderá el mensaje que Andrés Iniesta escribió con letra de palo en su camiseta interior por si marcaba en la final del Mundial. Andrés creía firmamente que podía hacerle un regalo a Dani, el papá de Martina, pensaba que podía levantar la Copa del Mundo y dedicarle el mayor éxito de su carrera a su mejor amigo, con el que se intercambia siempre la camiseta, con el que se reía y compartía confidencias. Martina un día sabrá que Dani, su papá, tenía grandes amigos, que le querían, que le adoraban. Como Andrés Iniesta, un futbolista capaz de hacer milagros. Andrés cambiaría la Copa del Mundo por poder tomarse una cerveza con Dani Jarque, fallecido un mes de agosto, un nefasto día 8, en Florencia. Dani ya no está pero el homenaje del amigo es enorme.

Marcó Iniesta, como en Stamford Bridge, y de esta forma honró al fútbol, el mismo deporte que se dedicó a deshonrar durante todo el partido la selección 'oranje', que sumó 8 cartulinas amarillas, una roja y la entrada más dura del torneo cuando De Jong clavó los tacos a Xabi Alonso a la altura del corazón y no fue expulsado.

Marcó Iniesta con la derecha, como contra el Chelsea en Champions, y corriendo se quitó la camiseta para enseñar el mensaje a su amigo del RCD Espanyol. Puyol chutó el banderín del córner y Piqué se tapó la cara; estaban muy cerca de proclamarse campeones del mundo.

Iniesta merecía ser el protagonista, el jugador del partido en la gran final. Lo merecía porque ha sufrido tanto este último año y es tan bueno, tan sumamente bueno, que el fútbol le tenía que devolver todo lo que hace en cada partido por este deporte.

Andrés tenía tanta confianza que con la prórroga ya en marcha le hizo un túnel a Robben de esos que después pasan en la repetición de las jugadas más espectaculares del Mundial.

Acabó el partido y Andrés rompió a llorar, desesperado. Las piernas no le respondían, sólo sollozaba, mezcla de una alegría inmensa y de recuerdos imposibles de olvidar. Atrás quedan las inseguridades y los miedos, olvidadas aquellas sensaciones extrañas que no le permitían sentirse bien en su cuerpo. Dudas que incluso le desesperaban, aunque Del Bosque le dijese que tranquilo, que la selección siempre le esperaría.

Iniesta envió un beso. La Copa del Mundo es para ti, Dani

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