Con la vieja camiseta del 'Cholo'

Salvo la vanguardista selección holandesa, que se permitía extravagancias como ponerle el '8' a su portero Jan Jongbloed, aquellos eran los tiempos en que se jugaba del '1' al '11' y las camisetas, las mismas año tras año, no tenían nombre. Todos sabían a quien pertenecía simbólicamente cada dorsal. Y en la temporada 1973-1974, el '10' del Barça era el '10' de Sotil.

Por eso, cuando el niño Sandro se iba a dormir veía colgada en la pared de su habitación la camiseta por la espalda, para observar bien el número que le había regalado su ídolo. El '10' era la cifra del interior izquierdo, doble dígito noble del fútbol, reservado para los buenos de verdad. Nacido en 1949, Hugo Sotil llegó a Barcelona como el mejor futbolista de Perú en competencia con otro grande, Teófilo Cubillas: fuerte, rápido, pícaro, goleador, pasador y de eléctrico regate. Lo había visto jugar el presidente Agustí Montal en un viaje por América y su técnico, Rinus Michels, confirmó que allí había una figura, que era como en 1973 se llamaba a los cracks. Recién abiertas las fronteras en la Liga, el Barça pagó por Sotil 13,5 millones de pesetas al Deportivo Municipal. El 'Cholo' caló hondo en la afición culé. Y en tiempo récord. En eso, por fútbol y por carisma, fue un híbrido anticipado entre Romario y Larsson. Sotil apenas jugó 'de verdad' una temporada, ¡pero qué temporada! Con Cruyff y cía. formó la delantera más espectacular del momento, dándole la primera Liga al Barça en 14 años y aquel 0-5 en el Bernabéu que cantó 'La Trinca'. Sotil marcó el quinto, de cabeza, pese a sus 168 centímetros. Luego llegó Neeskens y el 'Cholo', sin merecerlo, tuvo que ceder su plaza de extranjero esperando una doble nacionalidad que tardó meses y meses. Eso le aburrió primero, luego le despistó y en 1976 volvió a Perú. Tres décadas después pidió que al morir le entierren con la camiseta de Perú y la del Barça

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