Laporta, un 'elefant' en el palco

Su carácter impulsivo ha impedido consolidar la estabilidad institucional

Laporta se va con el mejor balance deportivo de la historia del club

Nunca antes se había ganado tanto ni nunca antes un presidente había sido tan discutido. Es incomprensible que una directiva que ha conducido al primer equipo de fútbol del Barça a lo más alto no haya sido capaz de capitalizar los éxitos y de articular un proyecto continuista y ganador. La controvertida personalidad de Joan Laporta a lo largo de siete años tan exitosos como tempestuosos puede ser la explicación. Un 'Elefant' que ni siquiera desde el palco ha sido capaz de abandonar su papel de opositor y ha acabado por hacerse oposición a sí mismo.

EL AREA DEPORTIVA. CALIFICACIÓN: SOBRESALIENTE

El Barça de Joan Laporta ha acumulado triunfos. Y no sólo en fútbol, cuyos doce títulos en las siete temporadas completas de sus dos mandatos convierten el período 2003-2010 en el más laureado de la historia del club. También en basket, balonmano y hockey sobre patines el balance es sobresaliente. El fútbol sala, la sección profesional más joven, sería la única que no ha acabado de arrancar. Laporta ha sabido dar estabilidad al proyecto deportivo y ha tenido además la suerte de cara en cuanto ha asumido apuestas tan arriesgadas como el fichaje de Guardiola.

Laporta se va habiendo saboreado como presidente cuatro Ligas, dos Copas de Europa, una Copa del Rey, un Mundial de Clubs, una Supercopa de Europa y tres de España y el 2-6 del Bernabéu (cuatro triunfos en siete visitas, ahí queda eso). Por el camino, dos entrenadores, un secretario técnico con un balance brillante pero algún punto oscuro (Henrique y Keirrison), dos cracks que han sido FIFA World Player y Balón de Oro (Ronaldinho y Messi) y un nivel competitivo y sostenido en el tiempo: en los últimos cinco años el Barça ha sido cuatro veces semifinalista de la Champions.

Laporta mantuvo a Rijkaard tras un inicio desalentador en el invierno de 2004, como Núñez había hecho catorce años antes con Johan Cruyff. La tozudez de Laporta, junto con los buenos fichajes atribuidos al entonces vicepresidente deportivo Sandro Rosell, comenzaron a dar sus frutos con la Liga 2004-05, el primer título de la docena. Y, a pesar de ese balance, la etapa de Laporta no ha estado libre de salidas en globo. Del mismo modo que el Barça de Rijkaard había llegado a la cima se autodestruyó en dos años de caída libre que ni la directiva ni la secretaría técnica supieron detener (2007-08).

El fichaje de Pep Guardiola después de que Marco van Basten se comprometiese con el Ajax y de que Johan Cruyff vetase a José Mourinho obró un milagro sin precedentes: Pep, que acababa de debutar como técnico devolviendo al filial a Segunda B tras un esperpéntico descenso a Tercera, cogió una plantilla con talento, 'enchufó' a Messi, alimentó la autoestima de la clase media (Xavi, Iniesta) e hizo el triplete, al que después se añadirían las dos Supercopas y el Mundial de Clubs.

El otro punto negro hay que buscarlo en el Palau. Y no por falta de títulos, sino por la desafección de la grada por haber desarticulado el equipo que en 2003 había ganado la Euroliga de basket. Lo que son las cosas, siete años después y tras una inversión estratosférica, Laporta deja el Barça de basket como lo encontró: campeón de Europa. Y, aun así, Laporta no es querido en el Palau. Será que ha ido poco

ÁREA ECONÓMICA. CALIFICACIÓN APROBADO

La directiva de Laporta cogió un club poco menos que en quiebra técnica, que gastaba mucho más de lo que ingresaba (195 millones de gastos consolidados contra 123 de ingresos), y se va presentando una cuenta de resultados que da beneficios y que supera de largo los 400 millones de ingresos. En 2004, al Barça le fue concedido un crédito sindicado que sirvió para pasar la deuda a largo plazo. Los últimos ejercicios se han ido saldando con beneficios y el Barça, aparentemente, goza de buena salud económica.

Sin embargo, del mismo modo que han crecido los beneficios, sobre todo gracias al nuevo contrato de Nike y el contrato de televisión, también se han disparado los gastos, con algunas partidas en la cuenta de resultados, cuanto menos, opacas. El segundo nubarrón que se cierne sobre las cuentas del club es que el contrato de televisión con Mediapro, que se acaba de declarar en concurso de acreedores (la antigua suspensión de pagos), no está avalado.

Por otro lado, el ejercicio 2004-05 se cerró con beneficios muy altos gracias a la venta de parte de Can Rigalt. La directiva negó que una cosa tuviese que ver con la otra, pero aquella venta permitió un superávit de 36,72 millones, que casualmente hizo que de cara a la siguiente campaña la junta ya no tuviese que avalar. Un año después, se recurrió al llamado crédito fiscal (exención de impuestos por haber presentado perdidas en ejercicios anteriores) para presentar otro gran superávit. Laporta se va, además, envuelto en operaciones patrimoniales poco claras, como la adquisición de los terrenos de Viladecans, operación que en su día cerró ocultándola a la Comisión Delegada, o con episodios no menos opacos como los acuerdos con Uzbekistán, que llevaron a dimitir a la anterior directora general, Anna Xicoy, tan discreta en su labor como polémico fue su sucesor, Joan Oliver, un hombre de la cuerda de Laporta a diferencia de Xicoy.

Por otro lado, el proyecto Foster, un faraónico brindis al sol, ha dejado un pesado lastre: es una incógnita si es posible dar marcha atrás en los compromisos adquiridos con el Ajuntament como contrapartida a la recalificación de los terrenos de Les Corts, que estaban condenados a la construcción de 1.600 pisos. El futuro económico de la entidad, en definitiva, no está exento de ciertas dudas, debido sobre todo al enorme volumen de los gastos

ÁREA SOCIAL. CALIFICACIÓN: INSUFICIENTE

Mientras el Barça ha crecido de forma más que notable en proyección exterior gracias, sobre todo, al acuerdo con Unicef, en casa la tensión nunca ha abandonado a Laporta. El presidente ha sido valiente como nadie con los violentos, pero en cambio no ha sabido tratar con las 'penyes' ni ha conectado con la grada debido en parte a episodios grotescos que, si bien quedan reducidos a la anécdota en lo referente a la gestión, han maltrecho la imagen del club.

Desde quedarse en calzoncillos en un control aeroportuario hasta ser fotografiado en una sala de fiestas bañado en champán francés, pasando por escándalos amorosos y por pérdidas del autocontrol (en el palco de Old Trafford o en la Trobada Mundial de Penyes), Laporta ha abonado el terreno del cachondeo a costa del Barça. Ha acusado a un sector de la prensa de “embaucar” al socio y su incontinencia verbal ha popularizado frases como “que n'aprenguin!”, “¡al loro!” o “¡que no estamos tan mal!” En el ocaso de su presidencia, además, Laporta se ha implicado en política, sin que esté claro dónde acaba el presidente de un club con socios por todo el mundo, incluyendo España, y dónde empieza el independentista radical.

Aun así, el Barça ha crecido socialmente, tanto en número de socios, circunstancia discutible por cuanto no todos caben en el Camp Nou, como en proyección internacional gracias a los títulos y al fútbol de Messi, Ronaldinho, Eto'o, Xavi, Iniesta, Puyol, Piqué y tantos otros. Gracias también a la labor del propio Laporta, a las giras y al acuerdo con Unicef. El Barça ha visitado la NASA y las Naciones Unidas, Laporta ha abierto una sesión de la Bolsa de Nueva York y el club está, a pesar de la tensión vivida en casa, en primera línea mediática mundial, tal como prometió en 2003 el presidente

ÁREA INSTITUCIONAL. CALIFICACIÓN: MUY DEFICIENTE

Es en el área institucional donde la gestión de Laporta ha sido un completo desastre. Al margen de contar con el rechazo de un 60% de la masa social pese a la orgía de títulos, el presidente Laporta ha ido troceando el equipo con el que ganó las elecciones de 2003 en sucesivas crisis directivas.

En 2005 se fueron Sandro Rosell, Josep Maria Bartomeu, Jordi Moix, Jordi Monés y Javier Faus. Al poco tiempo entró en la junta directiva Alejandro Echevarría, entonces cuñado de Laporta y miembro de la Fundación Francisco Franco, a pesar de que Laporta había asegurado a la Asamblea de compromisarios que no lo era. En cuanto aparecieron pruebas de su filiación y estalló el escándalo, Echevarría dimitió.

Laporta fue añadiendo directivos de su estrecha confianza, como Albert Perrín o Rafael Yuste, junto con otros ilustres barcelonistas que en 2003 formaron parte de la candidatura de Lluís Bassat, como Josep Lluís Vilaseca, Jacint Borràs (ex Elefant Blau como Perrín y el propio Laporta) y Evarist Murtra.

Pronto se fue cimentando un nuevo cisma entre un grupo que fue formándose alrededor de Ferran Soriano y otro grupo más próximo a Laporta que veía con desconfianza el poder del vicepresidente económico.

Cuando el Barça campeón de París entró en fase terminal, en 2008, y la situación desembocó en una moción de censura, la división latente en la directiva tomó carta de naturaleza. Tras analizar el deseo del 60% de socios de que la junta se fuese, ocho directivos así lo hicieron: Ferran Soriano, Marc Ingla, Albert Vicens, Xavier Cambra, Josep Lluís Vilaseca, Evarist Murtra, Antoni Rovira y Clàudia Vives-Fierro.

El último cisma

Se quedaron los más fieles a Laporta, pero incluso en este grupo de leales el presidente sembró la cizaña, al no aceptar a Jaume Ferrer como candidato de una futura opción continuista. Laporta quería a Xavier Sala Martín, que en 2003 no era socio y hubo que darle de altadeprisa y corriendo para que un año después pudiese ser nombrado presidente de la Comisión Económica Estatutaria. No fue aceptado como candidato de la junta, como no lo fue Alfons Godall por un sector que se mantuvo firme en torno a Jaume Ferrer.

La situación derivó en dos listas teóricamente continuistas: la de Ferrer y la de Alfons Godall, quien poco después fue rechazado por el propio Laporta por buscar una alianza con el grupo de Soriano. El desenlace, reciente, fue el aplastante triunfo de Rosell en las urnas frente a otras tres candidaturas salidas de las filas de un laportismo desunido en gran parte por culpa del propio Laporta: Ferrer, Ingla y Agustí Benedito, ex miembro de la Comisión Social y del Elefant Blau que había dimitido por la intermediación de Laporta en la compra del Mallorca por empresarios de Uzbekistán.

Previamente, en 2006, un juez había obligado a la directiva a convocar elecciones. Los estatutos atribuían a Laporta la temporada 2002-03 pese a haber tomado posesión siete días antes del 30 de junio. En esos siete días, la directiva había liberado de futuros ejercicios el lastre de unos 112 millones convirtiéndolos en pérdidas de las que, sin embargo, nadie respondía hasta una segunda sentencia.

El director general del club, Joan Oliver, ha investigado a vicepresidentes en plena guerra por la sucesión y la última perla institucional de Laporta ha sido el nombramiento de Johan Cruyff como presidente de honor sin hacer ninguna consulta.

En el haber institucional de Laporta hay que consignar, pese a todo, el buen posicionamiento del club en las altas instancias federativas, que ha permitido al Barça librarse hasta cierto punto del trato discriminatorio que los árbitros y los comités históricamente habían dispensado al club

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...