Escándalo de apuestas ilegales en el sumo japonés

El deporte milenario se tambalea por un nuevo escándalo: Redes de mafias controlan y extorsionan con apuestas ilegales a los luchadores

El mundo del sumo nipón se ha visto sacudido por un escándalo de apuestas irregulares que ha salpicado a varios conocidos luchadores, acusados de jugar grandes cantidades de dinero en una red controlada por bandas criminales.

Al menos 29 luchadores, entrenadores y otros miembros de la Asociación Japonesa de Sumo (JSA) reconocieron haber hecho apuestas ilegales sobre partidos de baloncesto, mientras que otros 33 admitieron haber apostado en actividades como juegos de cartas o torneos de golf. Según la agencia local Kyodo, la JSA convocó una reunión extraordinaria hoy para crear una comisión integrada por expertos ajenos a la asociación, entre ellos intelectuales, abogados y ex policías, para llegar al fondo del asunto.

Los otros escándalos

Este nuevo escándalo cae como un jarro de agua fría en un momento en el que el sumo intentaba limpiar su imagen tras una serie de incidentes que han empañado la reputación de este deporte en los últimos años. El último fue la paliza que el gran campeón de sumo, el mongol Asashoryu, propinó a un hombre en un local nocturno de Tokio, lo que le obligó a retirarse de la competición.

Además, en los últimos años hubo varias denuncias por posesión de drogas en gimnasios, a lo que se añadió la muerte de un joven pupilo a manos de su entrenador, lo que abrió el debate sobre las técnicas que esconden las puertas de los centros de entrenamiento. El último escándalo saltó a raíz de un artículo publicado el 20 de mayo por el semanario "Shincho", que reveló que un conocido luchador, Kotomitsuki, tenía enormes deudas por culpa de las apuestas ilegales y estaba siendo extorsionado por el grupo criminal que controlaba la red. Kotomituski reconoció que era cierto y que los delincuentes le habían exigido 100 millones de yenes (unos 900.000 euros), de los que les llegó a pagar 3 millones (unos 27.000 euros). La JSA hizo entonces un control en el que comprobó que las apuestas ilegales son una práctica extendidas entre numerosos luchadores y entrenadores. Incluso uno de los "tokoyama", los peluqueros que preparan al luchador con sus tradicionales tocados, admitió haber hecho de intermediario entre los jugadores y los corredores de apuestas.

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