Contrariado por la derrota y también por la deficiente actuación del Barça, así como por la suya a nivel personal, Zlatan Ibrahimovic se desfogó a gusto en los medios italianos después del partido, concretamente en declaraciones para la RAI. Ibra enfocó su punto de mira hacia dos objetivos, su ex equipo en general, y su ex compañero Marco Materazzi en particular. La conclusión es que el delantero sueco y el controvertido defensa interista no hicieron migas precisamente cuando coincidieron en Milán.
Ibrahimovic reconoció primero el buen partido hecho por el Inter pero enseguida advirtió que el encuentro de vuelta será muy distinto: "El Inter ha jugado realmente bien, de forma muy compacta, ha mostrado otra mentalidad. Pero yo juego en el Barcelona y está claro que queda un segundo partido donde se decidirá todo. Ellos quizás nos pueden marcar dos goles en casa, pero nosotros a ellos cinco".
Después de reconocer que su contribución al juego del equipo no estuvo a la altura esperada ("acabo de salir de una lesión y no me he sentido con el ritmo para jugar como hubiera querido"), Ibra se explayó en la descripción del episodio Materazzi-Ballotelli, acaecido al final del partido y durante el cual el defensa recriminó de mala manera al delantero (de hecho, al parecer directamente le agredió) por los gestos que realizó contra su propia afición. Ibrahimovic se postuló en favor de Ballotelli: "He visto a Materazzi atacarle en el túnel de vestuarios. No había visto nunca una cosa igual en mi vida, si me lo hace a mí le hundo". Ibrahimovic continuó con su explicación: "Materazzi debía haberlo dejado solo, pero le ha atacado y me he quedado mudo. Estaba como endemoniado y todos en el vestuario del Barça nos hemos quedado sorprendidos, todos hablábamos de lo que pasó". Y concluyó: "Como jugador (Materazzi) debería haber estado contento después de la victoria, no preocupado en darle una lección a un chaval de 20 años"