Madrid, que cuenta con periodistas deportivos tan distinguidos como Santiago Segurola o José Sámano, produce otro nivel, ínfimo, de cronistas representado por el histérico locutor de Canal + que acompaña a Michael Robinson y que ahúya cuando CR9 hace 2 bicicletas, histeria que ya comenzó con Robinho pero que no logró convertirlo en gran jugador.
Y es que los gritos no son goles y los deseos no son la realidad. Pero en Madrid esa parte ínfima y deleznable de la prensa se ha empeñado en que la realidad obedezca a sus deseos, que se resumen en la tosca afirmación de que el Madrid es el mejor, de lo cual se desprenden corolarios tan grotescos como que Robben es mejor que Messi o Sergio Ramos que Dani Alves. En el colmo de su fanatismo inventan lo del Villarato, cuando son ellos los máximos beneficiados por los árbitros españoles. Por eso en Europa no ganan, porque no les pitan sus árbitros.
Bien, es de esperar que tras la evidencia del 0-2 bajen de la parra o, más exactamente, del burro y miren el futbol con realismo, dejen de vociferar y acepten que el Barça desde Ronaldinho hasta Messi pasando por Xavi les ha superado en los últimos cinco años. A ellos les salvaron San Iker y Van Nistelrooy, pero al final con eso no basta.
La lección del Barça a domicilio, aguantando los hachazos de Gago y Ramos, que no debieron acabar el partido en el campo, y dejando claro quién manda en la Liga, debería volverlos por fin a la realidad. A ver si se enteran de lo que ya sabe y ha reconocido toda Europa: que el Barça es el mejor equipo del mundo. Ergo, mejor que el Madrid