Tablas con sabor a victoria

Emery y Quique plantearon el partido como una apasionante partida de ajedrez

“Atleti, Atlético de Madrid... Jugando, ganando, pelas como el mejor...”. El Calderón retumbaba para marcarle el primero a un improvisado Valencia, el psicológico. El ambiente ponía los pelos de punta y el equipo asumía el papel de las grandes citas saliendo a por el choque. A los diez minutos, el árbitro ya le había perdonado al Valencia un gol legal de Forlán y un penalti a Ujfalusi.

El cuadro rojiblanco no hacía efectivas las sensaciones y el Valencia creció poco a poco, en la medida que Silva apoyaba a Baraja en la medular 'ché'. El partido se había planteado como una partida entre Emery y Quique, en el que ninguno quería adelantar intenciones. Retrasar al canario y aprovecharse de un dibujo 3-5-2 para atacar, ayudaba a que Jordi Alba se descolgase con peligro.

El Calderón no cesaba de apretar, mientras el colegiado alemán Meyer ratificaba que el colectivo arbitral no entiende de fronteras. Se comía una mano de Domínguez y sacaba una amarilla a Mata por jugar a los 'patitos' con el balón y uno de sus asistentes. Reyes se jugaba la roja con Alba y Quique le sacaba del campo por Jurado tras el descanso. El equipo volvía a salir enchufado -Raúl y Paulo controlaban a Silva- y el Calderón se volvía loco de nuevo acariciado el gol con una vaselina de Forlán (increible que no entrase), un disparo a bocajarro de Ujfalusi o sendos trayazos de Raúl García y 'Cacha'. Las piezas rodeaban a la Reina 'ché' y Emery sacaba a su torre más alta: Zigic, pero era el Rey Villa el que encogía el corazón colchonero con un tirazo al larguero. De Gea se hacía grande para evitar el gol, Meyer seguía a lo suyo y se comía el penalti más grande del mundo a Zigic y expulsaba a Emery. El Atleti se enrocaba, sufría y firmaba unas tablas con sabor a victoria

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