¿Qué ha pasado con Paco?

¿Qué ha pasado con Paco?
Mònica Planas Periodista

La matanza de pacotilla dramática que clausuró la anterior temporada tenía una explicación: renovar el elenco con actores más jóvenes y atractivos. Y de los antiguos, la mayoría han sido víctimas de un curioso estudio de estilismo. 'Los Hombres de Paco' ya no es esa serie de policías primarios y algo chapuceros.

La serie ha sufrido una especie de 'lifting' renovador artificial. Ahora, la comedia policial bebe de las fuentes más ambiciosas del cine: Blade Runner, Matrix, Seven… Se han currado una factura más lúgubre, exageradamente misteriosa… Aparecen personajes rarísimos que son una copia barata de otros referentes cinematográficos. Aparte de un Neo ibérico, que parece rescatado por una máquina del tiempo de la movida madrileña, hay otros pseudo-muertos, curas-videntes y cadáveres mutilados a lo Seven. Y mientras tanto, de la trama empezamos a pillar poco. Nos están liando con versos satánicos, pasajes bíblicos, fantasmas y tatuajes malditos. Mucha cicatriz y exceso de sombra de ojos. La comisaría tiene aire de catedral chunga de peli de terror. Los policías garrulos de las primeras temporadas ahora traducen del latín, programan robots, hablan con espíritus, interpretan jeroglíficos y consultan incunables. Es para partirse de risa. La nueva inspectora jefe es una pija que va a trabajar con zapatos de tacón alto de charol, y de la misma guisa y con bolso de marca cubre un tiroteo en una nave industrial. La interesante policía lesbiana que aparecía en temporadas anteriores, ahora que está en su momento emocional más triste, viuda y chantajeada, se pasea por las casas de la mafia con un look prèt-a-porter de pasarela Cibeles.

Pero eso sí, hay detalles de nivel: el hortera del oficial Naranjo tiene un apretón en un ascensor después de haberse comido un cocido madrileño y, al lado de su amada, acaba defecando dentro del bolso Prada de la inspectora. Que la casta no se pierda…

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