Drew Brees, la rebelión del segunda fila

FÚTBOL AMERICANO

Alérgico a la leche, al huevo y al gluten, ha llevado a los Saints a su primera Super Bowl

El próximo día 7 de febrero tendrá a medio mundo pendiente de su brazo y del de su equivalente al otro lado del campo, Peyton Manning. New Orleans Saints, equipo cuyos colores viste Drew Brees, e Indianapolis Colts se disputarán entonces la XLIV Super Bowl en Miami. Que Manning esté en la gran final de la NFL no es ninguna sorpresa, por algo es el MVP de la temporada (por cuarta vez en su carrera), acumula un buen puñado de récords históricos, tiene un anillo anterior de campeón de la liga profesional de fútbol americano y está considerado como uno de los quarterbacks más sólidos y eficaces de todos los tiempos. Que esté Brees a su altura es lo que se sale del guión. No está mal para alguien a quien cíclicamente se ha tachado de ser demasiado bajo para su posición y de carecer de fuerza en el brazo lanzador.

La plaza de quarterback o lanzador es la piedra angular del ataque de un equipo de fútbol americano. Aunque es el entrenador quien planea las estrategias, una vez en el campo él es quien decide dónde, cuándo y a quién lanzar el balón, si la jugada es de carrera o de recepción y a qué ritmo desplegar la ofensiva. Académicamente, un quarterback debe ser alto para tener visión panorámica de sus compañeros, tener un brazo potente para enviar pases rápidos y precisos, y ser corpulento para aguantar las tarascadas que inevitablemente le propinarán las defensas rivales. Manning (1,96 m. y 104 kgs.) cumple las premisas a rajatabla. Pero no Brees, con su 1,83 m. y 95 kg.

Si Manning, procedente de una estirpe de jugadores y curiosamente nacido en Nueva Orleans, era una apuesta segura de éxito desde que era un niño, la carrera de Brees, un tejano de Dallas que alcanza su primera Super Bowl con 31 años de edad, ha estado marcada por los altibajos constantes. Siempre se ha quedado a un pasito de la gloria ya desde la universidad. Su buen hacer devolvió a Purdue la brillantez de otras épocas, pero se le resistieron tanto los títulos colectivos como los galardones individuales: finalista del premio Davey O'Brien al mejor quarterback universitario y cuarto en el Heisman Trophy, que distingue al mejor deportista amateur de EE.UU. Ya entonces su físico despertaba dudas, así que dio el paso a la NFL cobijado en una discreta posición de draft del 2001, una 2ª ronda que no hacía justicia a su talento y que le colocó en la plantilla de San Diego Chargers. Y sus comienzos en la liga profesional tampoco fueron cómodos.

Apenas gozó de protagonismo durante sus dos primeros años, pero en los dos siguientes las lesiones de compañeros le abrieron las puertas para que explotara sus cualidades, hasta que una lesión a finales de 2005 frenó su ímpetu, coincidiendo con el final de su contrato con los Chargers. San Diego le ofreció la renovación muy condicionada, con un salario base bajo y con un montón de dinero en incentivos, cosa que Brees se tomó como una falta de confianza, decidiendo largarse y aceptando la oferta de New Orleans, equipo con el que debutó en 2006.

Brees y los Saints han ido creciendo juntos en estas cuatro temporadas, adaptándose el uno a los otros y viceversa. Llevó a la franquicia a la final de Conferencia en su primera temporada –que perdió ante Chicago Bears–, en la segunda y la tercera se consolidó como titular indiscutible y en la presente, la cuarta, ha rayado a un altísimo nivel. New Orleans permaneció invicto durante los 11 primeros partidos de la temporada regular, en buena medida gracias al acierto de Drew, que logró el récord de la NFL en porcentaje de pases completados en una temporada (70,62%).

Alérgico a la leche, al huevo y al gluten, y en consecuencia restringido a una dieta muy específica exenta de este tipo de alimentos, Drew Brees es fácilmente reconocible por una mancha de nacimiento den su pómulo derecho. Su presencia es habitual en obras y actos de beneficencia, y fue especialmente visible cuando el huracán Katrina asoló la ciudad de sufranquicia. Su imagen de 'chico bueno' es tal que los aficionados de los Saints le llaman 'Breesus' (un juego de palabras con Brees y Jesús) y sólo se vio salpicada por el reciente suicidio de su madre a los 59 años, cuando se supo que habían roto su relación después de que el jugador rechazara que su madre se convirtiera en su agente cuando dio el salto al profesionalismo

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