Gol con el escudo

Messi remató en el minuto 110 el tanto de la primera Intercontinental en 110 años de historia azulgrana

Pedrito forzó la prórroga en el último aliento y, con la entrada de Jeffren, se cerró el círculo de la cantera

Si en Roma el Barça ganó su tercera Champions tras jugar la mejor final de su historia, en Abu Dhabi venció de la forma emocionalmente más gratificante. Se convirtió en el 'Barça de les Sis Copes' y llegó a lo más alto recurriendo a la épica cuando el rival ya se relamía con el triunfo. Pedrito empató en el minuto 88 y dinamitó las emociones. Dio al equipo el empujón que necesitaba para desencallar el partido y liquidó las expectativas 'pincharratas' cuando ya festejaban el título. Después, Messi decidió en la prórroga. En Roma marcó de cabeza y ayer, con el escudo. A los 110 minutos cuando el Barça acaba de cumplir 110 años.

El Barça se encontró en su camino con un Estudiantes disciplinado, rocoso y noble que durante muchos minutos pareció imbatible. Boselli había avanzado a los suyos a los 36 minutos, con un golazo de cabeza tras un centro magistral de Díaz. Verón (partido de campeón) le hizo señas a Díaz diciéndole claramente que medio gol era suyo. Y vaya si lo era. El centro es extraordinario y el remate de cabeza, de Boselli, de manual.

Pero hay un tercer coautor del gol: el ábitro, el infausto mexicano Benito Archundia, enviado por las fuerzas del Mal para amargar el título al Barça. Boselli estaba en fuera de juego cuando centró Díaz. El susodicho individuo, Archundia, fue una calamidad. Ya antes del gol se había comido un claro penalti a Xavi por parte del portero, que derribó al centrocampista en su salida cuando se quedaba solo ante puerta tras un pase de Messi. Pero no se vayan todavía, aún hay más: acribilló a Henry y Messi a tarjetas surrealistas por ser derribados o a Víctor Valdés por perder tiempo en los últimos minutos, cuando previamente se la perdonó no menos de cuatro veces al portero de Estudiantes. La FIFA, una organización obsoleta, debería reflexionar. Este tipo no sirve y su disfunción estuvo a punto de desvirtuar el resultado.

No fue así porque el Barça no cejó en su empeño de perseguir el título. “Persistiremos”, dijo Guardiola al ser presentado como técnico. Ayer sus hombres hicieron honor a esa promesa y persistieron. Por una vez, el equipo que se dedica a defender no se salió con la suya. El conjunto que atacó y atacó fue bendecido con el premio.

Porque, desde el gol de Estudiantes, ya no se acercaron hasta los seis minutos finales, después del 2-1. Aquello fue un asedio, sobre todo a partir del segundo tiempo. Guardiola había apostado por un once de gala con todos los apellidos ilustres. Y los cracks ayer estaban espesos. Ni Henry ni Messi parecían enchufados y sólo Ibrahimovic, muy solo arriba, se movía en busca de espacios. En la segunda parte dio entrada a Pedro (Pedrito, si me lo permiten) por un Keita que bastante hizo con recuperarse a tiempo para la final.

Pedrito fue el revulsivo. Se ubicó a la derecha, desde donde arrancaba y rompía a la defensa por todos sus flancos, y Messi se colocó de media punta en una suerte de 4-2-1-3, aunque con Alves muy arriba y mucha movilidad de los atacantes. Henry puso por fin una marcha más, halló hueco por la zona de un Clemente Rodríguez nefasto y combinó con Ibra, que a diferencia de 'Tití' fue a menos.

La mejor acción de Ibra llegó pronto, al rematar desviado un pase de Messi (48'). Poco después el meta se le anticipó tras una combinación con Henry y se fue desquiciando. Al cuarto de hora (minuto sesenta ya) fue Pedro quien no llegó a rematar tras un error del portero que no esperaba. Y ya en el último tramo, otra vez Ibra remató pésimamente de cabeza, con todo a favor, un gran centro de Xavi tras gran jugada. Previamente, el meta había desviado a córner un cabezazo de Piqué.

Jeffren, salir y desbordar

Entró Jeffren, otro canterano de la factoría Pep, quien se situó a la izquierda en lugar de Henry y acabó de desbordar a Clemente. Piqué ya estaba como segundo delantero centro y fue providencial: a dos minutos del final, cabeceó un centro al área de Xavi, Pedrito se movió hábilmente y picó de cabeza por encima del portero. Delirio colectivo y prórroga.

En el tiempo extra despertó Messi. Tenía que ser ante sus paisanos para demostrarles quién manda. Le silbaban cuando aparecía su imagen en pantalla y se desquitó a lo bestia, erigiéndose en líder del arreón final. Creó ocasiones, tiró fuera por poco una falta cometida sobre él mismo y, finalmente, en el mágico minuto 110, remató con el escudo, cerca de su corazón blaugrana, un centro medido de Alves tras ganar la espalda al central. Intentó reaccionar Estudiantes, pero el fútbol hizo justicia

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