Los penaltis no son rigurosos

Los penaltis no son rigurosos
Santi Nolla Director de Mundo Deportivo

Los penaltis no son rigurosos. Lo son o no lo son, pero no es cuestión de rigor. Tampoco son dudosos. El penalti que ayer permitió a Ibrahimovic darle el triunfo al Barça en un derbi caliente lo fue, según se pudo comprobar en una toma televisiva más clara de las que se ofrecieron como repeticiones por televisión en el mismo momento del encuentro. Iturralde acertó en esa acción aunque pueda entenderse el enfado blanquiazul en un derbi más flojo de lo esperado, decidido por Ibra al transformar la pena máxima.

El Barça había aparecido en el partido hasta ese gol. A partir de ahí, desenchufó y pareció conectar con Abu Dhabi. El Espanyol, en cambio, comenzó a jugar a fútbol y a apretar a los blaugrana a partir de la pena máxima. Fue un derbi duro que, además, acabó con el enfrentamiento verbal de los dos presidentes que confirmaron una enemistad irreconciliable que ayuda poco a la buena vecindad.

El Espanyol le tiene tomada la medida al Barça en el Camp Nou, aunque en la primera parte quiso jugar al fútbol directo y apenas enhebró tres pases seguidos. En la segunda, sin embargo, los blanquiazules mejoraron notablemente y presionaron al Barça inhabilitando su eje de creación.

Los blaugrana intuyeron que con un gol podían llevarse el derbi y dieron la sensación de haberse relajado por un lado y de no poder superar la presionante red blanquiazul, por otro.

La jugada del penalti alimentará la pasión y la rivalidad porque una pena máxima es tan transcendente en esta Liga. No debería ser así. No pasa así en otros deportes. En cada partido deberían todos los penaltis que existen. El miedo a señalar un penalti, la capacidad decisiva de las penas máximas impide que los árbitros las señalen todas y que el público lo entienda. No debería ser un drama pitar todo lo que pasa en el área y, si se hiciera, se acabaría desdramatizando

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