Gonzalez engrandece el legado

PELOTA

Hasta la fecha sólo Laduche y Xala habían logrado txapelas para Iparralde

El caudal del Bidasoa es lo suficientemente amplio para marcar diferencias, pero no tanto como para borrar los cimientos de una cultura común a ambos lados del río. Uno de ellos es el euskera, hablado con acentos distintos en una y otra orilla. También es un elemento integrador la pelota, con sus matices particulares en cada parte. En el norte manda el trinquete. El sur es el dominio del frontón de pared izquierda. Sebastien Gonzalez salió del primero para hacerse estrella en el segundo. Un largo camino que tuvo el martes su recompensa con una txapela, la del Cuatro y Medio, que resulta histórica: la primera de un campeonato individual de Primera que gana un pelotari de Iparralde.

El zurdo de Askain ha dado una vuelta de tuerca a la estela dejada por otros paisanos suyos, que antes que él triunfaron a este lado de los Pirineos. Porque los éxitos de estos se limitaban al Campeonato por Parejas. Panpi Laduche, mentor, preparador y botillero de Gonzalez durante largos años, fue el primer manista de Iparralde en enfundarse una txapela oficial. Lo hizo en 1987 junto a Josean Tolosa, con quien repitió éxito dos años más tarde. También jugó la final del 88, en la que cayó con Martinikorena en la zaga.

Laduche, todo un 'plaza-gizon', delantero de fino remate y cantante de voz poderosa, abrió una brecha que parecía haberse cerrado por la falta de relevo. Hasta que, a finales de los 90, saltó a la palestra Gonzalez y, poco después, otro zurdo labortano que dejaría su huella, Yves Sallaberry 'Xala'. El de Lekuine recogería el legado de Laduche al igualar sus dos txapelas del Parejas. Lo logró primero con Lasa III (2002) y después con Eulate (2007).

Xala fue más allá al convertirse en el primer pelotari de Iparralde en disputar una final del Manomanista (2004) y del Cuatro y Medio (2005). Pero en ambos casos se le escapó el premio gordo, al ser batido por Irujo y Olaizola II, respectivamente.

Gonzalez ha saldado una cuenta pendiente para sí mismo, al acabar de forma impecable con once años de carrera sin disputar finales de Primera, y para la pelota de Iparralde con una txapela que tiene mucho de reivindicación

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