Furia en el 0-1, furioso en el 1-1

FC BARCELONA

DANI ALVES En un partido de corte físico, el lateral sobresalió en ataque y marcó, pero vivió con desgracia la jugada del empate

No fue un Barça identificado con sus propios valores ni coherente con su doctrina, en parte por las circunstancias acumuladas entre gripes y lesiones pero sobre todo porque entre un Athletic furioso y un San Mamés entregado como nunca consiguieron no jugar el partido que al Barça más le convenía. Por eso los héroes, que normalmente viven en la delantera, fueron anoche otros como Dani Alves, el lateral derecho azulgrana tan bravo, oportuno y audaz en el gol del Barça como ausente en el del empate.

Se convirtió así en el protagonista del mejor momento del partido, aquel minuto 53 en el que intuyendo el envío de Xavi, Alves entró con esa determinación suya, mezcla de velocidad, fe y esa voracidad por pelear y correr todos los balones. Como además le gusta marcar y el balón le llegó en perfectas condiciones sólo tuvo que amagar un microsegundo antes de lanzar cruzado sobre el esfuerzo de Iraizoz por cubrir el primer palo.

Tuvo una reacción curiosa, no sonrió sino que fue apartando a sus compañeros hasta ganar el banquillo y abrazarse a Pinto. El Barça y el barcelonismo celebraron no sólo el 0-1 sino casi la victoria con una precipitada pero lógica anticipación. El guión debía pasar por una inmediata apertura de líneas del rival, haciendo más fácil y segura la victoria.

Secuencia de mala suerte

Entonces sucedió lo imprevisto, no sólo que el Barça se dedicó a lanzar balones inocuos arriba como haría el Athletic, sino que en una de estas se produjo una desgraciada secuencia de hechos y circunstancias que desembocaron en ese sorprendente 1-1, amargo por la decepción de no ganar, por la pésima noticia que supone la lesión de Leo Messi y por haber dejado el liderato.

Todo pasó muy rápido. En un balón disputado junto a Toquero, Alves sintió un dolor en el pie derecho. Acabó atendido en la banda y se incorporó rápidamente, pero con la mala suerte de que la jugada ya venía envenenada. El balón volaba hacia Chygrynskiy, que no pudo despejar, y cayendo a la izquierda del ataque local hacia donde cabalgaba Toquero. Como Alves aún no se había colocado la jugada le sorprendió estando de espaldas a su portería.

Para cuando se dio la vuelta, Toquero ya había marcado. En una noche de furia, Alves acabó, y con razón, furioso, puesto que si no llega a salir del campo seguramente habría evitado el remate

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