El pasado viernes Leo Messi amplió su matrimonio con el Barça hasta 2016. Eso es lo que dice el contrato, pero Leo no entiende de papeles, ni de números, ni de cláusulas. Él sólo sabe que se siente culé por los cuatro costados, igual que argentino, y le gusta demostrarlo dentro del campo.
Obviamente, como todo humano, valora que su trabajo se vea recompensado, pero la verdadera motivación que le mueve es el balón vistiendo la camiseta del Barça, el club que le permitió desarrollar todo su potencial siendo un chaval de sólo 11 años y que lo ha acabado catapultando a la cima del fútbol mundial a base de títulos.
Recital para la afición
Ayer, en la primera ocasión que tuvo tras convertirse en el jugador mejor pagado de la plantilla, Leo agradeció al club tanto esfuerzo. Se dio un festín para que la afición culé lo disfrutara con él. Primero cedió el protagonismo a sus compañeros de ataque. Henry, en el minuto uno, disparó un balón al larguero e Ibrahimovic, en el dos, inauguró el marcador con un golazo. A partir de ahí, Messi campó a sus anchas ante los defensas del Atlético que, impotentes, recurrieron a los agarrones o las faltas para frenarlo. No tenían más opción.
Como en Getafe, tras el gol de Ibra llegó el gol de Leo. El crack aprovechó uno de los regalos divinos de Xavi para, tras controlar con el pecho y dejar sentado al 'novato' Roberto, marcar el 2-0.
Poco dado a las emociones, Leo se dejó llevar y levantó los brazos dirigiéndose a la afición. La respuesta del público fue inmediata: Messi, Messi, Messi, coreó la grada, jurándole también su amor eterno.
El gol fue sólo el primer bocado. El '10' estaba dispuesto a sacar su mejor repertorio para disfrute de los suyos ante su rival preferido. Y es que si antes del choque de ayer el Atlético ya era el equipo al que más goles le había marcado entre Liga y Copa (8), con sus dos tantos de anoche el segundo lo anotó en el último minuto con un potente disparo, el equipo colchonero ya es quien más ha sufrido sus goles en el campeonato nacional: siete, uno más que el Madrid.
Eso sí, antes de su segunda diana, Leo justificó con una jugada de genio sombrero, control de espalda y asistencia a Keita para que marcara el 4-0, por qué dos brasileños de referencia como Pelé y Kaká éste, además, madridista le han otorgado sin discusión el número 1 del mundo. No hay debate. Es suyo y sólo suyo