Lo bueno y lo malo del cabreo de Henry

Lo bueno y lo malo del cabreo de Henry
Miguel Rico Adjunto al director

A finales de noviembre de 2003, el Arsenal le dio un repaso de tal calibre al Inter de Milán que los italianos se quedaron tiritando: 1-5. La mayor goleada de la historia, en partido internacional, encajada por los 'neroazurri' en el mítico Giusseppe Meazza.

La estrella indiscutible de aquel partido fue Thierry Henry, al marcar dos de los cinco tantos londinenses. Los periódicos del día siguiente hablaban y no acababan del joven talento francés. Tití, 26 años, estaba en su plenitud.

Hoy Henry tiene 32 y el miércoles se encontró, en el mismo escenario, con varios protagonistas de aquel partido.Por ejemplo, Zanetti, titular contra el Barça. También Materazzi y Toldo jugaron aquel partido que, casualmente, fue dirigido por el señor Wolfgang Stark. Exacto el mismo colegiado que pitó el Inter-Barça del miércoles y que amonestó a Henry por entrar en el campo sin su autorización. Se llevaban 52 minutos de partido y, francamente, podríamos decir que hasta ese momento no habíamos ni visto al francés.

Es cierto, también, que a partir de ahí, del cabreo que agarró con el alemán, Tití tuvo más protagonismo. Lo que pasa es que, curiosamente, su enrabietada presencia se agrandó cuando vio calentar en la banda a Pedrito. Y, sobre todo, cuando después de hacer una gran jugada, llegar hasta el fondo y centrar con peligro, Henry fue sustituido por Iniesta.

Ese instante, a diferencia del histórico partido del 2003, fue el momento en que Thierry consiguió acaparar la atención de todos los medios. Cuando se le vio refunfuñando en el banquillo y luego, en los vestuarios, cuando confirmó públicamente que le había molestado la sustitución: “Porque veía en los ojos de Maicon que el brasileño estaba muerto y yo podía superarle”. Perfecto.

Hay que valorar, en justa medida, que un jugador de 32 años -y que ha ganado todo lo que se puede ganar en fútbol- todavía se enfade cuando es sustituido. Lo grave, desde luego, sería que se quedara Henry tan ancho y le importaran un bledo las decisiones del entrenador. Ahora bien, Tití también debería tener claro que un partido es más que un instante y que un equipo es más que un jugador, aunque ese futbolista sea tan bueno como aún cree ser Henry.

O sea, que si el francés tiene motivos para quejarse de que Pep le cambiara por Iniesta cuando mejor estaba jugando, también Henry debería estarle agradecido a su entrenador que no le hubiera cambiado ya en el primer tiempo. Cuando no parecía ser ni la sombra de aquel delantero que, seis años antes, dejó boquiabierto al Inter. Entonces, Henry fue noticia por todo lo que hizo jugando y esta vez se le recordará por lo que hizo cuando ya no jugaba. Cuando en el banquillo y en el vestuario debía pensar en el equipo más que en él

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