Un galáctico congelado

Un galáctico congelado
Enric Bañeres Periodista

Florentino Pérez ha tenido que congelar lo que habría sido la pieza maestra de su colección de galácticos: el árbitro Megía Dávila, una incorporación que me habría parecido escandalosa en grado sumo. Cuando no se guardan las apariencias, se incurre en la desfachatez, y supongo que al final alguien habrá persuadido a Florentino de que se estaba excediendo con eso de añadir un árbitro (de hecho lo seguiría siendo de haber superado las pruebas físicas) a su equipo directivo. El simple hecho de haber considerado ese fichaje me recuerda tiempos en que los árbitros de fútbol y de baloncesto de toda Europa comían en la mano de Raimundo Saporta. Hice un recuerdo en la desaparecida revista Arrels, que titulé “La reserva arbitral de occidente” (hablo de hace 30 años, coincidiendo con la encarnizada persecución que sufría la estrella del Barça, un tal Johan Cruyff). “Saporta sabe tener detalles con los árbitros, sobre todo con los extranjeros. Llegan al hotel y ya tienen un neceser de lujo sobre la mesilla de noche, la botella de un coñac anejo y otros detalles”, me explicaba un colegiado internacional. Lo de la botella era tan obvio que algún árbitro parecía haberse pegado sus buenos lingotazos y veía doble en el área del visitante. El Madrid se ganó fama de “saber hacer bien las cosas”, lo que incluía el hilo directo que Santiago Bernabéu tenía con el inquilino del Pardo, tan importante para las glorias merengues como las galopadas de Gento, la omnipresencia de Di Stéfano o los goles de Puskas.

Meter ahora a un árbitro en el organigrama “institucional” superaría aquellos viejos esquemas aunque el remilgado Emilio Butragueño tenga mejor imagen que Saporta, buen conocedor de las alcantarillas del deporte. Y hechos así darían la razón a Alex Ferguson cuando asegura que el Madrid todavía cree estar viviendo en la España de Franco. Recurrir a Megía Dávila para domesticar más aún a los árbitros podría interpretarse como una decisión a la desesperada de un Florentino Pérez que barrunta peligro en el horizonte al ver que no se saca de encima a Raúl y Guti ni con agua caliente, y con el decepcionante arranque de su nuevo juguete, Cristiano Ronaldo, que se estrenó como goleador a la vieja usanza: con un penalti de los que ya le señalaban al Madrid de Raimundo Saporta

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...