"Dejen en paz a mi niña pequeña"

ATLETISMO - MUNDIALES

La familia de Caster Semenya jura que "es una mujer", pero la IAAF busca pruebas de hermafroditismo

La lista de los récords del mundo todavía recuerda la grandeza de Jarmila Kratochvilova. La atleta checoslovaca tiene aún hoy, 26 años después, la mejor marca jamás vista sobre una pista en los 800 metros (1'53”28). Su físico masculinizado levantaba dudas, pero Jarmila pudo correr siempre como una mujer. Un cuarto de siglo después, el debate sobre el cromosoma 23, el 'XY' que distingue a los hombres de las mujeres, se ha posado sobre la amplia espalda de la surafricana Caster Semenya, al menos hasta que se publiquen los resultados sobre el estudio de verificación de su sexo que ha ordenado la IAAF.

La nueva campeona del mundo de 800 metros no ha inventado el problema de la ambigüedad sexual en el deporte. Tres años atrás ya perdió un oro en los Juegos de Asia la india Santhi Soundarajan tras un test de masculinidad. En España, los casos más conocidos fueron los de la vallista María José Martínez Patiño, mujer al fin, pero que tuvo que superar un estudio cromosómico, y la jugadora de basket Marisol Paíno, un portento físico cuyo caso fue muy polémico hace 30 años.

Varios estudios médicos estiman que alrededor del 1 por ciento de la población mundial presenta algún tipo de desorden cromosómico, y que un porcentaje residual combina órganos masculinos y femeninos. Es el hermafroditismo, una de las sospechas que abriga la IAAF sobre Semenya, de sólo 18 años. “Si se confirma que no es mujer, perderá la medalla”, aseguró ayer su secretario general, Pierre Weiss. Algunas fuentes indicaron que la Federación Internacional, que preguntó por primera vez sobre el tema a la Federación de Suráfrica hace tres semanas, habría presionado para retirar a Semenya antes de la final.

Suráfrica, mientras, cree que la campeona es víctima de una humillación. “Nuestra hija de oro”, titulaba ayer el diario 'The Sowetan', remarcando el género femenino de la atleta, de cuyo sexo no duda en absoluto su familia. “Es mi niña pequeña, la he visto crecer. Es una mujer, lo repetiré un millón de veces”, dice Jacob, su padre. “Me llamó. 'Creen que soy un hombre', me dijo. Yo la he criado, es una mujer, sólo que Dios le dio esa apariencia”, corroboró su abuela, Maphathi Sekgala, de 80 años, a 'The Times'. “Las otras chicas le preguntan a veces si es un hombre. Eso es humillante”, añade su entrenador, Michael Semenya. “Si me la pusieran entre diez hombres, no sabría distinguirla de ellos”, declaró Mayte Martínez. Antes de entrar en la Universidad de Pretoria, Semenya vivía en un poblado de una zona deprimida, sin electricidad ni agua corriente.

Su aspecto masculino, voz grave y vello facial hubieran sido la noche del miércoles, en la rueda de prensa tras su victoria, el centro de las preguntas de la prensa, un show que la IAAF quiso evitarse, y por ello anuló la comparecencia. De su opinión sólo se sabe por terceros. “Me ha dicho que no entiende a qué viene todo este lío”, explicó el mánager de la selección surafricana

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